En Palmira parece que las formas de un distante pasado se negaran a dejar de conjugarse en presente. Por donde quiera que se mire a la población, uno de los municipios más importantes del Valle del Cauca, hay indicios que conducen a un tiempo anterior, pujante y olvidado a la vera del camino de las promesas de un mejor porvenir.

Atravesando la calle principal del pueblo se encuentran las viejas vías ferroviarias que desde la segunda década de los años mil novecientos prestaron su servicio al país. Al lado del hierro negro y con capas de óxido que cubren los rieles, una incipiente maleza no termina de sepultarlas. Les da la oportunidad de seguir vigentes, así sea como recuerdo.  

Las vías continúan, paralelas como son, hasta un hermoso edificio republicano que sirvió en sus años mejores como la estación principal, hoy reconvertido en una dependencia de la administración pública.

En el patio trasero de la edificación, adornado con un verde parque sobre su costado sur, hay una especie de deshuesadero de trenes, vagones y locomotoras se pudren a cielo abierto, mientras que las personas pasan por una curva cercana en sus pintorescas bicicletas, ignorando los trenes viejos, las vías abandonadas y la memoria de los años en que por allí pasaban toneladas de caña, frijol, yuca y otros varios productos de la tierra fértil del sur del valle del Río Cauca.

“Es la ciudad de las Palmas, de las bicicletas y de las victorias”, resume con su voz de trueno melancólico el narrador deportivo Rubén Darío Arcila. “Las victorias son aquellas carrozas tiradas por caballos, de la época victoriana, blancas y muy bellas. A mi aquí me va muy bien, porque yo soy un narrador de victorias”, completó matizando la felicidad en su voz.

No es para menos el calificativo que se autoimpone Rubén Darío, o ‘Rubencho’ como le dicen todos en el mundo del periodismo. Cualquier hazaña realizada en bicicleta en los últimos 40 años por un pedalista colombiano han pasado por la impronta de su narrativa, decorada por la prosa de su léxico y por el drama de su tono heroico.

Lucho Herrera, Fabio Parra, Santiago Botero, Mauricio Soler, María Luisa Calle, Mariana Pajón, Rigoberto Urán, Nairo Quintana, Esteban Chaves, Jarlinson Pantano y Fernando Gaviria, entre otros, han dejado registradas sus victorias en el vozarrón de Arcila.

Por eso, él más que nadie se atreve a decir que “esta es una ciudad hecha para el ciclismo. Es la ciudad por donde más veces han pasado las carreras nuestras: La Vuelta a Colombia, el Clásico RCN, La Vuelta al Valle. Palmira es un paso obligado”.

En su condición de ‘peaje’ del ciclismo colombiano, no es  nada extraño que sea desde allí que se de partida a la primera edición de la carrera Oro y Paz, la competencia a pedal más importante que tendrá la historia del país.

“Tienen dos escenarios propicios para ver a Fernando Gaviria, por este territorio. Es un lujo tener a uno de los tres mejores embaladores del mundo y verlo siquiera pasar, que lo roce a uno el viento a 77 kilómetros por hora, eso te llena la retina. Y esperar la montaña, la subida a Manizales va ser un espectáculo: el leñero que se van a dar Egan Bernal, Sergio Luis Henao, se va meter Nairo y Rigoberto que no puede quedar limpio, porque tienen que hacerlo. Ellos no pueden venir aquí a entrenar, a venir de paseo”, dibujó Arcila.

La ‘Palmira señorial’, descrita en el tema del maestro José Barros y hecha famosa por varias versiones entre la que destaca la Billo’s Caracas Boys, se citará para las dos primeras jornadas, la del martes con una jornada de 99.9 kilómetros por sus calles y el miércoles la segunda jornada más larga de toda la la competencia de 183.4 kilómetros con salida y regreso del municipio tras atravesar varias poblaciones vallecaucanas.

Este martes el presidente de Colombia Juan Manuel Santos dará el banderazo de salida, para luego iniciar la competencia. Entre tanto, este lunes el estadio de fútbol de la población, el Alfonso Rivera Escobar, recibirá cerca de 10 mil personas durante la presentación de la carrera, donde los ciclistas darán sus saludos a los aficionados.

Entonces, el duelo está cantado entre Gaviria, un velocista puro, y Jarlinson Pantano, el local con dotes de todoterreno, con diferentes estilos de correr pero llamados a lucirse en estos primeros días de competencia. Al final se sabrá quien cantará el estribillo de la célebre canción del maestro Barros: “Palmira señorial, gracias te doy”.